El cambio climático ha dejado de ser un concepto abstracto para convertirse en una realidad tangible en todas partes, con impactos directos como la sequía que afecta los cultivos de cereales en localidades como Fontanilles, donde los agricultores ya notan la falta de lluvias.
Ayuntamientos clave de la costa, como Palamós, Sant Feliu de Guíxols, Begur, Calonge, Pals y Palafrugell, han tenido que implementar planes municipales de protección civil (PMPC). Estos planes se activan automáticamente en caso de alertas meteorológicas, implicando el cierre de accesos a lugares inundables, la vigilancia de rieras y la comunicación constante con el CECAT.
En mi país la lluvia no sabe llover, o llueve poco o llueve demasiado, si llueve poco es la sequía, si llueve demasiado es la catástrofe.
Más allá de la respuesta inmediata, los municipios afrontan el reto de la adaptación a medio y largo plazo. Esto incluye reforzar las infraestructuras, regenerar las playas fuera de la temporada turística y combinar la seguridad con la sostenibilidad y la actividad económica.
La capacidad de anticipación, la coordinación intermunicipal y la conciencia colectiva son elementos fundamentales para afrontar con garantías un futuro climático cada vez más incierto, asegurando que los planes de protección sean revisables y aplicables en todo momento.




