Durante las sesiones de control, Fernández ha rescatado asuntos polémicos como la situación de la DGAIA, calificándola de «episodio repugnante y nauseabundo» y «corrupción perfectamente organizada». Esta estrategia busca que la cámara catalana replique el eco de la intensa guerra dialéctica que se vive en Madrid.
El objetivo del PP catalán es salpicar a Salvador Illa con la «bilis» que recibe Pedro Sánchez, esperando una reacción viva. Sin embargo, Illa se mantiene en su «fórmula» de la calma: negar el desastre, confesar insuficiencias genéricas, prometer mejoras y contraatacar con reproches discretos, evitando el tono hiperbólico.
Esta «Pax Illana» se beneficia de que la mayoría de los grupos parlamentarios catalanes no participan en la «madrileñización» del discurso. Aunque la oposición critica la «parálisis» (Monica Sales, Junts) o el «gobierno en stand by» (Josep Maria Jové, ERC), el tono general es de contención, contrastando fuertemente con el Congreso.




