El argot juvenil, de 'six-seven' a 'bro': la influencia abrumadora de las redes sociales

La filóloga Gala Porté explica que el vocabulario actual es cambiante y globalizado, pero no amenaza la salud del catalán.

Ilustración abstracta de palabras y símbolos digitales flotando sobre un teléfono móvil.

Ilustración abstracta de palabras y símbolos digitales flotando sobre un teléfono móvil.

El vocabulario de los adolescentes catalanes, lleno de términos como 'six-seven' o 'bro', refleja su profunda conexión con el universo digital y las redes sociales, según el análisis de la filóloga Gala Porté.

El argot juvenil, un fenómeno constante en cualquier lengua viva, ha evolucionado drásticamente. Su particularidad hoy es la conexión directa con plataformas de *streaming* y contenidos globales, que aceleran la adopción de préstamos, principalmente del inglés y el castellano, dejando a menudo a los adultos desconcertados.

"Todas las generaciones han tenido su argot, la diferencia con los jóvenes actuales es que gran parte de este deriva de las redes sociales y, por lo tanto, acostumbra a adoptar palabras de muchas lenguas (castellano e inglés, sobre todo)."

Gala Porté · Filóloga y coautora de Comhodiria.cat
Esta dependencia de las tendencias virales hace que el argot sea extremadamente volátil. **Porté** señala que expresiones como “demure” entran y salen rápidamente, mientras que otras como “ràndom” se establecen. Por ejemplo, la expresión “six-seven” se utiliza para describir algo que no genera ni ilusión ni rechazo, un sinónimo de “ni fu ni fa”.
Respecto a la preocupación sobre si este argot perjudica al catalán, la experta es clara: “El argot juvenil no es el problema de la lengua catalana”. El verdadero debate se centra en la pérdida de dominio de los registros estándar y formal, una responsabilidad que recae en la escuela y la falta de referentes culturales en catalán, ya que los jóvenes no tienen series o doblajes en su lengua.
Entre los términos más populares se encuentran “bro” (hermano), “aura” (esencia atractiva), “funar” (criticar públicamente en redes) y “cringe” (vergüenza ajena). Incluso los padres, como **Elisabet Prat** o **Joaquim Bastida**, reconocen haber oído expresiones como “me renta” o “cringe” en casa, demostrando la rápida penetración de este vocabulario.
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