La deuda inesperada se originó a partir de ayudas recibidas durante la pandemia de la Covid-19, que inicialmente sumaban 6.000 euros. Debido a un error en la dirección de notificación, el propietario, Ramón Puñet, no recibió los avisos y el importe aumentó automáticamente hasta los 8.200 euros. La campaña en línea, bajo el lema “Salvem La Nova Farga”, fue impulsada por los clientes y vecinos habituales.
“"Ha sido un chute de energía. La respuesta del barrio ha sido impresionante y cuando vi las ganas de la gente para que nos quedáramos decidí que, aunque no hubiéramos conseguido la cifra, nosotros lucharíamos por continuar en el barrio."
Este incidente puso de manifiesto la precariedad que vive el sector de la restauración de barrio en Barcelona. Ramón Puñet reconoció que ya estaba desanimado por el encarecimiento de la vida diaria, la gentrificación y la crisis de la vivienda, factores que obligan a los pequeños negocios a absorber gastos que los clientes ya no pueden asumir.
El cocinero del local, Pere Cardona, señaló que el cierre de negocios emblemáticos como el restaurante Terra d'Escudella ha hecho saltar las alarmas. Además, denunció la proliferación de grandes marcas y franquicias, como la apertura de un McDonald's en la calle de Sants donde antes estaba el Obrador de Casa Blanca, que representan una competencia económica insostenible para los bares de toda la vida.
Ante esta situación, Puñet y Cardona reivindican los bares de barrio como espacios de resistencia y “militancia”, donde se prioriza el trato personal y la empatía. La Nova Farga también intenta cerrar el círculo de la economía de proximidad, comprando productos (carne, pan, embutidos) a proveedores locales y vecinos para reforzar la red comercial de Sants.




